domingo, 8 de febrero de 2015

Persistiendo para ganar | RPH 3769

por Cornelio Rivera


Un niño de nueve años llamado Daniel Jansen, estaba patinando sobre el hielo, casi ganaba la competencia, pero tropezó, cayó, perdió y lloró. Después, ganando otras competencias, pensó en las olimpiadas. En 1984 tenía 18 años, ese año perdió una medalla por 16 centésimas de segundo en las olimpiadas de Sarajevo. En 1988, en Canadá, listo para competir, se enteró que su hermana, quien estaba hospitalizada con leucemia, había fallecido. Ya en posición, no podía concentrarse, oyendo la señal salió una fracción de segundo tarde y después de cien metros supo que no ganaría, porque perdió el equilibrio, chocó con otro competidor, luego contra la valla y contra un fotógrafo; otra carrera perdida. Días después competía en los 1000 metros; a los 200 iba a la cabeza; a los 400 continuaba ganando; a los 600 seguía primero. A los 800 metros, en la recta final, una pequeñísima inclinación hacia un lado lo hizo caer; una vez más, perdía. 

En 1992 otro intento, en los 500 metros llegó en cuarto lugar y en los 1000 metros, número 26. La medalla le evadía, los comentaristas no lo consideraban tan bueno como para las olimpiadas. En las olimpiadas de Noruega del año 1994, perdió el balance en la última vuelta, aunque no cayó, tres décimas de segundo le separaron de la medalla de oro. Pero había una oportunidad más, los 1000 metros. Con inigualable determinación y dedicación, Jansen patinó para ganar, estableciendo una nueva marca mundial. A pesar de tantos problemas y desilusiones, persistió hasta ganar la medalla de oro, nada podría impedirlo. 

¿Sabes que nada puede impedir los propósitos de Dios en tu vida? Según la Biblia, el propósito divino, en el que hace la voluntad de Dios, sirviéndole fielmente, no puede ser frustrado. El apóstol Pablo determinó hacer la voluntad de Dios. Aunque con grandes dificultades, en los centros más importantes del mundo antiguo, dio a conocer el mensaje divino, y hacia el final de su vida escribió: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera,…y me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor… en aquel día"  (2 Ti. 4:7-8). ¿Recibirás esa corona?

[ Puedes escuchar la reflexión dando clic aquí (se abrirá una pestaña nueva) ]

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