lunes, 30 de marzo de 2015

Cómo tener optimismo | RPH 3790

por Cornelio Rivera


Es difícil ser optimista acerca del futuro, el periódico y las noticias confirman que el mundo está enfermo, los intentos para su recuperación son como dar aspirina al que sufre de cáncer. Pero también el mundo es como el paciente que, aunque grave, rehúsa las medicinas. Según “The Herald”, en su publicación del 6 de diciembre de 1994, había unos 22 millones de infectados con el virus del sida. Apenas en diez años había casi el doble, con más de 39 millones. Sin haber un tratamiento eficaz, se nos advierte que la mejor medicina para evitar la transmisión es no tener relaciones sexuales promiscuas y evitar el intercambio de jeringas con personas infectadas. En la mayoría de los casos la transmisión puede evitarse, por eso pensaríamos que la gente atendería las instrucciones, pero el sexo ilícito y la adicción a las drogas persisten. El paciente prefiere satisfacción temporal, en vez de escuchar al médico. 

¿Qué de los gobiernos?, ¿podrá haber optimismo a nivel nacional o internacional? Las guerras, la pobreza y la escasez no disminuyen, sino que aumentan. La Organización de las  Naciones Unidas informó que muchos países pobres, gastan más en armas que en educación y salud, y que en muchas naciones, la probabilidad de morir por desnutrición y enfermedades prevenibles, es treinta y tres veces superior a la de morir en una guerra externa. El futuro, para la mayoría, no presenta esperanzas animadoras. 

Jesucristo anunció guerras, pestes, hambres, terremotos, falsos profetas y engaños (Mt. 24:7-11). También se anuncian: “Tiempos peligrosos… hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos… crueles… traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Ti. 3:1-4). La degeneración humana causa las dificultades personales, comunales, laborales, nacionales y mundiales. Sin embargo, el Apóstol Pedro escribió: Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 P. 3:13). Al decir “nosotros”, Pedro no incluye a todo el mundo, sino a quienes él escribió. De ellos dice, que han “Alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra” (2 P. 1:1). Justificación en Cristo por la fe en Él, es lo único que puede darte optimismo acerca del futuro. ¿Calificas para ser optimista?

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viernes, 20 de marzo de 2015

¿Se puede, o no? | RPH 3789

por Cornelio Rivera


¡Poder o no poder, esa es la pregunta! Cuando existe alguna dificultad, problema o aprieto, queremos saber si la situación puede resolverse. ¿Puedo hacer algo?, ¿puede alguien ayudarme?, ¿qué es lo que se puede hacer? Cuando chocas con tu vehículo, preguntas: ¿puede repararse? Si pierdes el empleo: ¿podré obtener otro rápidamente? Cuando te enfermas tú o uno de tus familiares, lo primero que te viene a la mente es: ¿podrá haber recuperación?, ¿pueden hacer algo los médicos? 

El diccionario define el verbo “poder” así: "Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo. Tener facilidad, tiempo o lugar de hacer una cosa". Esta es una palabra que produce incertidumbre o expectativa, pero algo de lo cual no siempre tenemos completa seguridad; en algunas ocasiones se puede y en otras no. Es posible que la facilidad, el tiempo o el lugar para realizarlo estén a nuestro alcance, pero muchas veces ese no es el caso, y tenemos que recurrir a otros. Lo crítico es cuando nadie puede hacer nada, ¿qué puedes hacer cuando el plato se te cae de las manos y se hace añicos? No podemos entrar al despacho presidencial y comenzar a dar órdenes, tampoco tenemos el poder para impedir que llueva.  Hay padres que ya no pueden controlar a sus hijos, matrimonios que ya no pueden ser salvados, y peor aún, nadie puede hacer nada una vez que estés muerto. ¿Qué podemos hacer cuando ya no se puede?

Jesucristo dijo: “No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos” (Mt. 7:18). También: “De cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3). Y agregó: “Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, tampoco vosotros si no permanecéis en mí. El que permanece en mí, y yo en él, lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:4-5). Claramente, hay muchas cosas que en nuestra relación con Dios y con los demás, nosotros, por sí solos, no lo podemos hacer. Pero estando en la cárcel, sufriendo penalidades, el Apóstol Pablo escribió: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). ¿Tú puedes, legítimamente, decir lo mismo?

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martes, 17 de marzo de 2015

Control de calidad | RPH 3788

por Cornelio Rivera


Toda compañía de manufactura, si quiere encontrar aprobación entre el público, necesita ejercer control de calidad. En alguna ocasión habrás pagado por cosas que fácilmente se han dañado o que no tienen el buen sabor que se suponía debían tener. La falla en la seguridad y el control estricto de la calidad de un producto, puede ser crítico y costoso. 

En una ocasión se encontraron varias cajas de un analgésico que había sido contaminado con cianuro. Desafortunadamente, los que encontraron el veneno fueron los consumidores; varios murieron. La compañía tuvo que pagar por las demandas legales y por recoger y destruir todo el producto que ya había distribuido entre farmacias y otros establecimientos. También, tuvo que lanzar una campaña publicitaria para tratar de restaurar la confianza del público en sus productos. Lo ideal es que lo que se fabrica, sea sometido a una evaluación, que determine si en realidad pasa la inspección y llena los requisitos de lo que se considera algo bueno, algo de calidad. Si no, aquello será rechazado, puesto a un lado, declarado inaceptable. 

Dios requiere un estricto control de calidad. Por medio del profeta Daniel le dijo al rey Belsasar: “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto” (Dn. 5:27). Nada inaceptable se le pasa a Dios, no hay descuido o negligencia como para que quien no llene los requisitos, tenga entrada y aceptabilidad ante Él. Todos necesitamos ser evaluados y examinados para su aprobación. 

Pero confrontamos un grave problema. El Apóstol Pablo lo expresó así: “Yo sé que en mí, no mora el bien; el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo; queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en . ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Ro. 7:18, 21, 24). En otras palabras: ¿quién me hará aceptable a Dios? La misma Biblia resuelve el dilema diciendo: “el Dios de paz… os haga aptos en toda obra buena… haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo” (Heb. 13:20-21). Si nos sometemos a Él, para que Él haga la obra en nosotros, Él nos dará la necesaria aceptabilidad.

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martes, 10 de marzo de 2015

Ignorando advertencias | RPH 3787

por Cornelio Rivera


No podemos ignorar advertencias, un dolor que persiste podría mandarte al hospital o a una muerte prematura. Los padres nos advierten de la importancia del estudio, los peligros de la vida y la importancia del trabajo. Jamás olvidaré la advertencia de mi madre a decir siempre la verdad. El semáforo en amarillo te advierte que la luz roja se aproxima; debes frenar. Las nubes anuncian lluvia y la puesta del sol, la noche. Los hijos también dan señales importantes, cambios en actitud o conducta, un bajón en las calificaciones, mayor ausencia de la casa. Estas advertencias, como una banderita roja, nos dicen con alarma: ¡cuidado! Se espera que atendamos las advertencias y procuremos evitar la dificultad que se anuncia. 

Pero sorprendentemente, muchos mueren sin ir al médico, aunque tengan síntomas. Algunos hijos consideran los consejos de sus padres pasados de moda, no pertinentes a la situación moderna. Ignorando las advertencias, producimos generaciones que no queriendo estudiar, recurren al robo o a la estafa o prefieren vivir de holgazanes y no trabajar con sus manos. Hay accidentes automovilísticos que pueden evitarse, si tan solo le ponemos atención a las señales de tránsito. Aunque las nubes y el meteorólogo anuncian lluvia, olvidamos el paraguas y nos mojamos. Los cambios en la actitud y conducta de los hijos, se ignoran, pensando que aquello es pasajero y que desaparecerá. Es increíble cuantas advertencias ignoramos. 

¿Has escuchado de la proverbial “escritura en la pared”? Cuando el rey Belsasar de Babilonia vio unos dedos escribiendo algo en la pared, nadie pudo descifrar aquello, excepto Daniel, quien le indicó al rey que era la sentencia divina por haber ignorado eventos que, como advertencias, le habían hecho ver su responsabilidad ante Dios (Dn. 5:24-31). Dice la Biblia que sus escritos “acontecieron como ejemplo para amonestarnos” (1 Co. 10:11), es decir, para que sean nuestra advertencia acerca de cómo Dios quiere que conduzcamos nuestras vidas. No podemos vivir como si no hubiera Dios y que no nos ha revelado su voluntad. Vivir así, es ignorar sus advertencias y exponernos al mensaje ya escrito como sentencia divina.

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jueves, 5 de marzo de 2015

Libre e independiente | RPH 3786

por Cornelio Rivera


El adolescente quiere ser independiente y no sentir que está bajo autoridad. “¡No me trates como a un niño!”, “¡Yo sé bien lo que hago!”; son sus expresiones favoritas. Pero rehusar autoridad, no es exclusivo de los adolescentes. El empleado, de cualquier edad, se molesta ante nuevas restricciones, al prisionero le disgustan las regulaciones y añora libertad sin limitaciones. 

El movimiento feminista tiene cierta renuencia a someterse a la tradicional autoridad masculina. Algunos oficiales de gobierno piensan estar exentos de ciertas leyes; creen que su posición les mantiene libres de sumisión a la autoridad. Tradicionalmente, el militar rehúsa someterse a la autoridad civil. También, toda nación se considera soberana, libre de control externo, gobernándose a sí misma, escogiendo su propio sistema económico, político y social. 

No solo los adolescentes desean autodeterminación, todos, en cualquier lugar o nivel, queremos actuar libremente según nuestro propio sentir o lo que consideramos nuestro derecho. Hay problemas cuando otros creen tener cierto derecho sobre nosotros y que desean afirmar su voluntad sobre la nuestra. Los padres no necesariamente comparten el sentir de sus hijos, también el jefe difiere con los derechos que el empleado reclama. 

La posición de la mujer en la sociedad, en lo laboral y en relación al hogar continúa debatiéndose. Lo que el funcionario o el militar piensan de su relación con otras autoridades y leyes, puede diferir de la opinión pública. Cuando los países difieren acerca de quién tiene derecho a qué, hay conflicto. Todos queremos actuar libremente, según creemos conveniente. Pero, ¿puede el hombre ser totalmente libre e independiente? La realidad es que nadie puede actuar independientemente sin entrar en conflicto con Dios. Él nos dice en la Biblia: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste” (Ro. 13:1-2). Eso es lo que piensa Dios de la independencia humana.

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martes, 3 de marzo de 2015

Egolatría | RPH 3785

por Cornelio Rivera


El emperador Augusto engrandeció a Roma, consolidó el imperio y aseguró las vías de transporte, conduciendo a dos siglos de lo que fue denominada la “Paz romana”. Fue experto en administración, comercio, propaganda y usó las obras de Virgilio, Horacio y Propercio para avanzar la posición imperial. Cuando algunos comenzaron a adorarlo como un dios, Augusto no se los impidió. El poeta Virgilio afirmó que según los dioses, Roma dominaría al mundo a través de Augusto, de quien Virgilio dijo, descendía del príncipe troyano Eneas, cuya madre, se creía, era la diosa Venus; esto dijo Virgilio del “divino” Augusto.  

El siguiente emperador fue Tiberio y después Calígula, este último era aún más vanidoso de su supuesta divinidad. Aunque no creía en los dioses, supuso que ser considerado divino, sería políticamente ventajoso. Calígula construyó un templo para sí mismo y una estatua, insistía que vistieran la estatua con ropas como las que él usaba, decía hablar con los dioses, susurrando a las estatuas en los oídos, y en una ocasión, hasta amenazó a Júpiter. Después de cuatro años como emperador, teniendo solo 29 años, Calígula fue asesinado.

En su obra “Juventud, Egolatría”, Pío Baroja escribió que: "con el egotismo sucede como con las bebidas frías en verano: cuanto más bebes, más sed tienes". Otros creen que las palabras más importantes son las relacionadas con las que denotan posesión, como por ejemplo: mí, me y mío. Egolatría, vanidad, presunción, soberbia; en cierto grado, todos nosotros las practicamos; unos más, otros menos, pero ninguno de nosotros escapa de esa realidad. 

Pocos tienen el poder y recursos, como para actuar como emperadores, pero cada quien es capaz de imaginariamente considerarse, no un dios nacional, pero si el diosito del barrio, de la escuela, del lugar donde trabaja, etc. Tenemos la tendencia a sobrestimarnos, especialmente si sobresalimos en alguna área, tal actitud es fácilmente reconocida y aborrecida por nuestros semejantes. ¿Qué reacción producirá esto en Dios?

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