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miércoles, 17 de junio de 2015

Confiando en mí mismo | RPH 3821

por Cornelio Rivera


Un niño busca la ayuda de papá o mamá con cosas difíciles, pero al ir creciendo, adquiere conocimiento y facilidad en lo que hace. Su autoconfianza aumenta, su dependencia de otros disminuye, la habilidad de valerse por sí mismo le da un sentido de seguridad. El pequeño comienza dando sus primeros pasos asido de la mano o agarrado de una mesa, una silla o de cualquier objeto para no caerse. Pronto da dos o tres pasitos sin sujetarse de nada o de nadie. Después, tambaleándose y cayéndose con frecuencia, se anima más y quiere caminar solo. 

En poco tiempo, no solo camina sino que corre, con confianza, ya no busca de quien sujetarse. Ha aprendido que para caminar, y aun correr, no tiene que valerse ni de papá, ni de mamá, ni de nadie. Cuando pones las manos en el volante por primera vez tienes temor, salir a las calles en medio del tráfico y maniobrar entre otros automóviles te pone nervioso. Pero, después de unas cuantas veces y unos cuantos sustos, desarrollas confianza y seguridad. Con el tiempo, conducir un auto te resulta de lo más fácil y natural. 

Confianza en nosotros mismos y en nuestra habilidad para las diversas cosas de la vida es algo natural y positivo, necesario y provechoso para el desarrollo normal en un mundo en el que, muchas veces, necesitamos funcionar independientemente. Aprender a funcionar en ciertas áreas te da confianza en tu propia habilidad para salir adelante. Sea lo escolar o académico, los negocios o las finanzas, la música o el teatro, la política, el trabajo vocacional o profesional, o cualquier área que hayas conquistado, te felicito por ese logro. 

Pero, hay algo en lo que ese sentido de habilidad y de confianza, espíritu de independencia y de poder hacerlo todo sin ayuda de nadie, tiene sus desventajas. Considera las palabras de Jesucristo cuando dijo: "Separados de mí nada podéis hacer" (Jn. 15:5). La esencia de hacerlo todo bien, según lo que Dios requiere, implica confianza duradera, fe y dependencia de la presencia de Dios en tu vida a través de la persona de Jesucristo.

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lunes, 1 de diciembre de 2014

Seguridad | RPH 3731

por Cornelio Rivera


Hay seguros contra incendio, seguros de vida, médicos, automovilísticos y seguros contra muchas otras cosas. Pero vivimos constantemente inseguros, entre más problemas, más inseguridad. Aunque hemos experimentado alguna pequeña mejoría en la estabilidad política, cosas como la perpetua corrupción gubernamental y empresarial, el caos económico, la delincuencia común, la proliferación del sida, los problemas escolares, la inestabilidad familiar, la escasez de trabajo, la pobreza y otras inquietudes, mantienen a la población descontenta e insegura. 

Obviamente hay excepciones, pero para muchos el futuro es incierto, pocos pueden planear con algún sentido de seguridad y confianza. ¡Cuán importante es tener alguna seguridad! Pero, que se base en la realidad de lo que se pueda experimentar y no en un optimismo falso, motivado por la esperanza en algún político. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre que puedas tener en tu trabajo, en tu familia, tu negocio, tus planes, tu salud o en cualquier otra área, hay algo en lo que puedes, sin lugar a dudas, tener absoluta certeza, completa seguridad, confianza total. 

El Apóstol Pablo también afrontó mucha incertidumbre. Él dijo haber experimentado: "cárceles, peligros de muerte, azotes con varas, naufragios, peligros de ríos, de ladrones, peligros en la ciudad, en el desierto, en el mar, peligros entre falsos amigos, trabajo y fatiga, desvelos, hambre y sed, frío y desnudez" (2 Co. 11: 23-28). Todo esto y más de lo que hoy nos aflige, Pablo lo experimentó. Pero, varias veces él usó la expresión: "estoy seguro", y aseveró que se consideraba vencedor (Ro.8:37-39). ¿Seguridad y victoria? ¿Cómo es esto? Escucha sus palabras: "estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8:38-39). Y agregó: "yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día" (2 Ti. 1:12). Seguridad de victoria en las inquietudes presentes y certeza en el futuro eterno. Todo eso, depende del poder de Jesucristo.

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