lunes, 26 de enero de 2015

Los lobos | RPH 3766

por Cornelio Rivera


En las películas, el “hombre lobo” se convierte en un monstruo con características humanas y animales cuando es luna llena. Con su aspecto grotesco busca víctimas para destrozarlas con sus garras y sus agudos dientes, bajo la cubierta de la oscuridad. Esta es una fantasía del folklore europeo y popularizada por la cinematografía. Pero es indiscutible que existen, en otros aspectos no físicos, hombres y mujeres con características de lobos. Pretenden ser mansos pastores o amigables protectores, y no tienen características físicas especiales que los distingan. Eso hace difícil identificarles y los vemos, equivocadamente, como inofensivos personajes y aun hasta como influencias positivas. Jesucristo dijo de ellos que aunque "vestidos de ovejas, por dentro son lobos rapaces" (Mt. 7:15). 

¿Cómo identificarlos? Sería mejor que, como en las películas, su aspecto grotesco, su escalofriante aullido y su aparición por la noche fuesen visibles, eso nos alertaría para huir. Sin una identificación externa, los lobos de hoy, dañan a sus víctimas por engaño y no por abierta embestida, y son un peligro difícil de detectar. Con todo, su carácter y conducta te ayudan a reconocer su realidad o falsedad. 

El apóstol Pablo reveló su genuino ministerio cuando dijo: “Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch. 20:19-21). 

La humildad, el sufrimiento sin queja, el obvio beneficio a otros y el énfasis en Dios y Cristo, te dicen mucho acerca de una persona. Pero las pompas y los aires de grandeza, el lujo y el espectáculo, deben ponerte alerta a la realidad de una persona. Pablo agregó: "Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado" (Hch. 20: 33). No había duda acerca de la motivación o del carácter honesto, sincero, recto y desinteresado del apóstol. Quien es genuino no da ninguna indicación de interés propio, si alguien lo hace, no le escuches, pues es uno de los que el Señor Jesús y Pablo llamaron lobos rapaces.

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lunes, 19 de enero de 2015

La bolsa más importante que la verdad | RPH 3765

por Cornelio Rivera


Un platero llamado Demetrio, hacía templecillos de Diana, la diosa madre en la ciudad de Éfeso. Reuniendo a los obreros del mismo oficio les dijo: “sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; pero…este Pablo, ha apartado a muchos con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos…hay peligro de que nuestro negocio venga a desacreditarse, y que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada” (Hch. 19:23-27). Pablo llegó a Éfeso enseñando acerca del Dios creador de todo y de su Hijo Jesucristo como el Camino a Dios. Pero Demetrio y sus colegas se sintieron afectados con las enseñanzas de Pablo, porque les tocaba algo extremadamente sensible, pues les afectaba el bolsillo. 

Cuando algo amenaza disminuir nuestra ganancia monetaria, hay preocupación. La venta de esos templecillos y estatuillas de la diosa representaba para aquellos hombres su riqueza y su negocio. Ellos no permitirían que la proclamación del nombre de Jesús afectara sus ganancias, aun cuando lo que Pablo decía era verdad, o sea: "que no son dioses los que se hacen con las manos", para ellos, el bolsillo era más importante que la verdad. 

Hay comerciantes que mienten con anuncios falsos, pero es el colmo de los colmos cuando la avaricia usa la religión para llenarse los bolsillos. Sin embargo, muchos lo hacen y se condenan a sí mismos, vendiendo cruces, estatuas, estampas, imágenes, medallas, paños para colgar en el pecho, aguas y aceites benditos y otros amuletos. 

Lo mismo sucede con los que dicen por la radio, la televisión y los medios escritos, que si les mandas una cierta cantidad de dinero, te prometen orar por ti o mandarte cualquier bobería que supuestamente te ha de proteger, curarte o hacerte rico. Es erróneo ante Dios y se condenan a sí mismos los que lo hacen, porque saben que lo que venden no es ningún dios, ni tiene ningún valor espiritual, pero como para Demetrio y los plateros, aquello representa su riqueza y su negocio; y el bolsillo es más importante que la verdad.

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martes, 13 de enero de 2015

El Nombre de Jesús | RPH 3764

por Cornelio Rivera


Aladino frotaba la lámpara mágica y salía un genio que le obedecía. Alí Babá vio a los ladrones almacenando tesoros en una cueva y les escuchó decir: "¡ábrete sésamo!”; pronunciándolas pudo entrar a la caverna. Decir “abracadabra”, trae a la mente un acto de magia. Mucho de lo que pasa por magia son juegos y cuentos para entretener, pero algunos pretenden tener poderes mágicos o espirituales genuinos. Practican vudú, macumba, santería o espiritismo, incorporando en sus prácticas rituales y vocabulario de la religión tradicional. También, algunas religiones indígenas del continente americano, mencionan a sus deidades a la par del nombre de Jesús. Pero solo decir “Jesús” no les hace sus legítimos seguidores, ni genuinos hacedores de milagros.

A través de los apóstoles, Dios hizo milagros extraordinarios, y así autenticó la realidad del mensaje. Los milagros eran impresionantes y algunos intentaron imitarlos. Se dice que "exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre de Jesús sobre los espíritus malos, diciendo: les conjuro por Jesús, el que Pablo predica" (Hch. 19:13). Como Pablo hacía milagros en el nombre de Jesús, los exorcistas pensaron mencionar ese nombre. Para ellos era como una fórmula mágica, como decir abracadabra o ábrete sésamo. 

Estos impostores y charlatanes, no conocían que significaba “Jesús” porque no le conocían. Tan extraño les era, que le describían como "Jesús, el que Pablo predica". Cuando unos intentaban exorcizar invocando a Jesús, "el espíritu malo les dijo: A Jesús conozco, y se quién es Pablo; pero vosotros ¿quiénes sois?” (Hch. 19:15). Solo decir “¡Jesús!” no produce resultados, mezclar su nombre con cualquier creencia, mencionar eventos bíblicos o usar una cruz como amuleto, no significa algo genuino. Tal cosa es un cuento, como frotar la lámpara o pronunciar palabras mágicas. 

¿Usas tú el nombre de Jesús? ¿Lo haces en forma superficial? ¿Mencionas su nombre como un amuleto para buena suerte o en ceremonias religiosas sin verdadero significado para ti? Ten cuidado, el poder y la validez del nombre “Jesús” residen, no en pronunciarlo, sino en su persona, ese poder es eficaz para aquellos que le conocen como Salvador y Señor.

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jueves, 8 de enero de 2015

La advertencia | RPH 3763

por Cornelio Rivera


¿Pones atención a las advertencias? El hombre que asaltó a una chica de dieciséis años, la violó y trató de estrangularla, había sido encarcelado varias veces por asalto, robo y posesión ilegal de armas. En la prisión, continuamente desobedeció las órdenes, rehusó hacer los trabajos asignados, tuvo varias peleas y amenazó matar a un guardia. Cada vez se le advertía de las consecuencias y se le hacía ver que lo que hacía, solo complicaba su situación. 

Ya en libertad, se le dio un trabajo pero fue despedido por iniciar una riña, le dieron entrenamiento para otro trabajo, pero solo duró dos días. Siendo aprehendido y juzgado por su último crimen fue sentenciado a muerte. Aunque en el sistema judicial surgen circunstancias que impiden muchas veces aplicar la sentencia impuesta, y así, la justicia humana falla, ten por seguro que toda advertencia será vindicada con la justa retribución que Dios traerá contra el que ignora las leyes humanas o divinas. 

Dice la Biblia que: “Los muertos, grandes y pequeños, estarán de pie ante Dios, y los libros serán abiertos… y los muertos serán juzgados por las cosas escritas en los libros" (Ap. 20:12). Eso nos advierte que nuestra vida actual, es importante con relación al futuro eterno. Esa advertencia no solo concierne a crímenes horrendos, pues la mayoría jamás pondremos pie en una cárcel, ni amenazaremos de muerte a nadie, ni seremos culpables de asalto. Pero Dios nos dice: "Todo el día he extendido mis manos hacia un pueblo desobediente y rebelde" (Ro. 10:21 LBLA). Aunque no seamos criminales, al ignorar continuamente la advertencia para seguir a Dios, nos hacemos delincuentes ante Él.

 
Por eso la Biblia pregunta: "¿Menosprecias tú las riquezas de la benignidad, paciencia, y longanimidad de Dios, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”. La Biblia entonces nos advierte: "Por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira, y del juicio divino" (Ro. 2:4-5). La advertencia es: preparémonos para ese día, pero, ¡cuán a menudo rehusamos escuchar! Ten por seguro, la justicia divina no fallará.


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