miércoles, 24 de diciembre de 2014

Una sola vez | RPH 3735

por Cornelio Rivera


Hay que lavar los platos, la ropa tienes que quitártela y lavarla para poder volverla a usar, hay que limpiar la casa: barriendo, lavando los pisos y desempolvando los muebles. También necesitamos higiene personal, un baño, una ducha. Olvídalo, y las narices de aquellos con quienes te relacionas sabrán que no eres muy amigo del agua y del jabón. Lo que se expone a la suciedad, hay que lavarlo periódicamente.

La suciedad da mal aspecto, puede producir deterioro, interrumpir el buen funcionamiento de algo y puede ocasionar enfermedades. Pero se requiere tiempo y esfuerzo para la limpieza, aun con aparatos modernos, hay que poner algo de nuestra parte. ¡Qué fantástico sería si la rutina y trabajo de la limpieza pudiera llevarse a cabo de una vez por todas! ¡Lavar la ropa, los platos y los pisos, una sola vez! ¡Qué bien! ¡El tiempo y molestia que nos ahorraríamos! Y para los que no son amigos del agua, una sola ducha en la vida. Sin embargo, la limpieza necesita constancia; también la limpieza espiritual. 

Dios dijo a Jerusalén (Israel): "Lava tu corazón de maldad, para que seas salva" (Jer. 4:14). El pecado del hombre, es la suciedad que nos impide ser aceptables ante la resplandeciente pureza y Divina Majestad. Por eso, Dios sometió a Israel a la limpieza espiritual, proveyendo el sistema de sacrificios. Con ellos, la sangre del animal en sustitución del pecador, hacía posible la limpieza del pecado, pero así como hay que lavar la ropa constantemente o tomar un baño, antiguamente había que hacer sacrificios continuamente. Semana tras semana, mes tras mes, se ofrecían sacrificios para ser limpios de pecado. Año tras año, el sacerdote entraba al lugar santísimo con un sacrificio para que los pecados del pueblo fuesen lavados y perdonados. 

¡Habría sido bueno haber limpiado los pecados de una vez por todas! ¡Eso es posible hoy! Declara la Biblia que: "Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos”. Antiguamente, los sacerdotes ofrecían sacrificios a diario, pero Cristo, una vez para siempre, un solo sacrificio por los pecados" (Heb. 9:27-28; 10:10-12). Tú puedes tener una limpieza espiritual de una vez por todas, teniendo fe en la expiación que Jesús hizo por ti.

[ Puedes escuchar la reflexión dando clic aquí (se abrirá una pestaña nueva) ]

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