miércoles, 12 de noviembre de 2014

Una carta para ti | RPH 3725

por Cornelio Rivera


Dependiendo de su contenido, una carta puede ser objeto de alegría, tristeza, indiferencia, preocupación o enojo. A la vez, cuando escribes una carta, la forma en que te diriges a la persona a quien se la envías, revela tu actitud y disposición hacia ella. Si tus palabras son suaves y tiernas, seguramente expresarás amor, aprecio y buena voluntad. Pero si al leerla suenan como una descarga eléctrica, con truenos, rayos, fuertes vientos y lluvia fría, nos damos cuenta que el destinatario de tu misiva, no es tu mejor amigo. Por lo tanto, el contenido de las cartas y la forma en que te expresas descubren tus sentimientos, tu actitud, tu disposición, ya sea buena o mala hacia aquella persona.

La parte de la Biblia conocida como el Nuevo Testamento contiene veintiuna cartas dirigidas a iglesias y a personas particulares. Cada carta refleja la situación que en esos momentos atravesaban los destinatarios, de acuerdo a eso contienen instrucciones acerca de la vida cristiana, palabras de ánimo, exhortaciones, enseñanza y corrección. Una carta dice: "…habiendo oído de vuestra fe en Jesús y de su amor para con todos… no ceso de dar gracias por vosotros" (Ef. 1:15-16). Estas son palabras que expresan complacencia con la vida de los destinatarios. Otra carta dice: "he sido informado… que hay entre vosotros contiendas” (1 Co. 1:11). “…habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y no espirituales?” (1 Co. 3:3). A otros se les dice: "¡Oh insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad?... ¿tan necios sois?” (Gal. 3:1, 3). La vida y la forma en que se desempeñaban, determinó el contenido de las cartas enviadas a aquellas personas. 

Cuando el Apóstol Pablo le escribió a un hombre de nombre Filemón, se expresó así: "Doy gracias a mi Dios haciendo, siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fidelidad que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los creyentes" (Flm. 4-5). Francamente, esa es la clase de carta que me gusta recibir, con palabras sinceras de aprobación, con tal interés en mi persona que quien escribe da gracias a Dios por mí vida. Si uno de aquellos escritores bíblicos fuese a escribirte una carta, ¿cómo se dirigiría hacia ti? ¿Qué palabras, de aprobación o de reproche, te diría?

[ Puedes escuchar la reflexión dando clic aquí (se abrirá una pestaña nueva) ]

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