miércoles, 5 de noviembre de 2014

Preparación | RPH 3723

por Cornelio Rivera


Los meteorólogos nos ayudan a prepararnos para los peligros que se avecinan. Estar al tanto de los huracanes, torbellinos, lluvias torrenciales o inundaciones nos permite estar listos para evitar daños y lo que es más importante: para escapar y preservar la vida. Pero siempre vemos en las noticias, reportes de algunos que se quedan en el paso del huracán o rehúsan evacuar sus casas ante las crecientes aguas.

En el estado de California, en los Estados Unidos, los expertos advierten de un futuro terremoto de magnitud jamás vista, ya que esa área ha experimentado anteriormente sismos con pérdida de vidas y de bienes. Desde luego, con una población ya establecida hoy en día, una evacuación resulta casi imposible, particularmente por la inseguridad de la fecha exacta en el que el sismo pueda suceder. Sin embargo, hay personas que viven allí que no les importa la posibilidad de un desastre. Confieso que personalmente no sabría qué precauciones tomar, pero decir que tal cosa no nos concierne indica falta de sensibilidad, total incredulidad a la predicción o un tenue optimismo de que no pasará nada.

Dios anunció a Israel: "viene el día ardiente como un horno, a todos los soberbios y los que hacen maldad… aquel día que vendrá los abrasará" (Mal. 4:1). Israel no se preparó, la nación fue destruida, miles murieron y la población fue dispersada. Si te anuncian que tu casa, tu lugar de trabajo o la escuela donde estudias, está por incendiarse, ¿no tomas precauciones para no ser una víctima? ¿No sería tu vida afectada con la expectativa del anuncio? ¿Acaso no avisarías a otros para que también se preparen?

La Biblia insiste en advertirnos acerca del futuro, cuando Dios se manifestará. Leemos que Él vendrá "desde el cielo… en llama de fuego, para dar retribución a los que no le conocieron, ni obedecen al evangelio de Jesucristo" (2 Ts. 1:7-8). Y también que: "los cielos pasarán con grande estruendo, y que la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas" (2 P. 3:10). Y concluye diciendo: “¡cómo no debemos andar en santa y piadosa manera de vivir…!” (2 P. 3:11). Dios quiere que su anuncio para el futuro afecte nuestra vida presente. No responder indica insensibilidad, incredulidad o un optimismo mal fundado. ¿Estás preparado?

[ Puedes escuchar la reflexión dando clic aquí (se abrirá una pestaña nueva) ]

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