sábado, 15 de noviembre de 2014

Genuina celebración | RPH 3728

por Cornelio Rivera


Tenemos celebraciones nacionales, observamos ceremonias religiosas simbólicas de alguna creencia. Cada familia, pareja o persona recuerda fechas especiales significativas en su vida. El pasado preservando su importancia en el presente, pero entre más tiempo pasa, entre mayor distancia entre el evento y la presente generación, menor el impacto del significado. Considera los feriados nacionales, recordando a algún héroe de la independencia. ¿Cuánta identificación existe entre el empleado o el estudiante que tiene el día libre y la causa promulgada por aquel héroe? ¿Qué impacto hay en la diaria existencia de los que hoy supuestamente recuerdan y celebran a dicho héroe?

Para la mayoría, lo importante es no tener que trabajar ni asistir a la escuela, sino poder descansar, ir de paseo o aprovechar para hacer algún proyecto pendiente. ¿Qué de nuestras celebraciones con raíces religiosas y que forman parte de nuestra tradición? Para Semana Santa y Navidad, ya existe en nosotros cierto patrón en lo que hacemos y en la expectativa de lo que ha de suceder. En medio del diario trajín, la Semana Santa ofrece la oportunidad de alejarse de la rutina, irse a la playa, al campo o a otros lugares de recreación. La Navidad produce imágenes casi imborrables, de regalos, árboles decorados, la prominencia de los colores rojo y verde, un aire festivo, cierta clase de música, comidas especiales, y desde luego, los aguinaldos o bonificaciones. ¿Qué tiene todo esto que ver con la intención original de la celebración? Los que inicialmente experimentaron los sucesos que ahora supuestamente recordamos, tendrían gran dificultad en relacionar las costumbres de hoy, con el evento detrás de la celebración.

Lo único que establece un vínculo real y significativo con cualquier celebración, incluyendo la Semana Santa y la Navidad, es una identificación íntima y personal con el propósito original de esos sucesos históricos. Los hechos de mayor importancia en la historia del mundo tienen que ver con la venida, ministerio, muerte y resurrección de Jesucristo. Solo cuando personalmente aplicas y apropias para ti mismo el significado y el resultado que Dios se propuso con esos eventos, es que puedes recibir sus beneficios, por lo tanto, gozar de una genuina celebración, y no solo obligación, tradición o recreación.

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