martes, 16 de septiembre de 2014

La mansedumbre | RPH 3709

por Cornelio Rivera


Cuando niño, en la escuela tenía un maestro de pequeña estatura, de tez trigueña y con un delgado bigote. Habían en la clase, dos alumnos de edad avanzada para el grado en el que estaban, tanto así, que sobrepasaban en estatura al maestro. Recuerdo también, que el maestro no toleraba ninguna contradicción o nada que él considerase falta de respeto. A veces, sin pensarlo dos veces, le daba una bofetada a cualquier alumno que le faltase el respeto, incluyendo a aquellos dos más grandes que él. Ahora, casi puedo ver su trigueño rostro enrojecido y con las venas del cuello casi saltando. Casi escucho su alterada voz exclamando que a él nadie le falta el respeto. ¿Conoces a alguien que fácilmente se altera y está listo para golpear, pelear, insultar y si es posible hasta para matar?

El primero en reaccionar así fue Caín, de quien se dice que "se ensañó, que decayó su semblante, que levantó su mano contra su hermano y lo mató" (Gn. 4:5, 8). Envidia, enojo, resentimiento, terquedad, todo eso causó aquella reacción. El rey Saúl, escuchando que celebraban a David por derrotar a Goliat, "se enojó en gran manera y le desagradó" lo que decían. Desde entonces, dice la Biblia, “Saúl no miró con buenos ojos a David" e intentó matarle.

¿Qué es lo que te enoja? ¿El rechazo, el orgullo dañado, tu autoridad desafiada, la desobediencia de tus hijos, la injusticia de tu jefe o de tu cónyuge? Venga de donde venga tu ira, dice la Biblia: "todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios" (Stg. 1:19-20). Tu enfado, aunque parezca muy justo, no es aceptable ante Dios. Jesús dijo: "aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón" (Mt.11:29).

La mansedumbre es todo lo contrario al enojo, la ira y la indignación. Pero esa virtud no la obtienes tan solo determinando que, de ahora en adelante ya no te vas a enfadar, ni vas a reaccionar en forma inapropiada. Lo que verdaderamente trae mansedumbre a tu vida es la presencia en ti de aquel que es incomparablemente manso. ¿Vive Él en ti?

[ Puedes escuchar la reflexión dando clic aquí (se abrirá una pestaña nueva) ]

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