domingo, 7 de septiembre de 2014

La infidelidad | RPH 3708

por Cornelio Rivera


El escritor de un artículo de la revista Time, en su edición de agosto del año 1994, propuso la teoría de que la infidelidad matrimonial ya está en nuestros genes. O sea, que tu marido busca otras mujeres porque hacerlo, es parte de su constitución biológica. Lo mismo, dice el autor, sucede con las mujeres infieles. Estos genes, propone el autor, condicionan la mente y transmiten en forma hereditaria los pensamientos y razones para la infidelidad. Los proponentes de esta teoría son los llamados psicólogos evolucionistas. Las conclusiones se basan en la comparación entre el proceder de algunos animales y el de los humanos. El hombre, según esta teoría, es un animal.

La Biblia está en desacuerdo con esto, pero hay algo que en forma notable se aproxima a lo que la Biblia enseña. Por ejemplo, el autor menciona que la psicología evolucionista reconoce que "mucho de la naturaleza humana refleja un despiadado egoísmo congénito, al cual las personas por naturaleza no le ponen atención". Esto significa que el hombre, en su naturaleza, hereda la tendencia a pensar mayormente en sí mismo, algo tan normal para él, que ni siquiera se percata de ello; eso la Biblia lo enseña.

Pero mientras que el psicólogo evolucionista se basa en el proceso de la evolución y en la constitución del hombre como animal, la Biblia enseña que el hombre es un ser moral creado a la imagen de Dios, pero que debido al pecado y su rebelión, la naturaleza humana es básicamente egoísta, centrada en sí misma y en su propia satisfacción. La infidelidad en sí no se hereda biológicamente, lo que sí se hereda es la naturaleza humana, de la cual, la infidelidad, entre muchas otras faltas, es una manifestación del pecado en nosotros.

Dios es el ser fiel por excelencia y no hay fidelidad en los hombres aparte de la obra de transformación que Dios realiza en los que se entregan a Él por fe en Cristo Jesús. Mientras que la Biblia habla de los que desobedecieron a Dios como de "una generación perversa, e hijos infieles" (Dt. 32:20), por otra parte, se dirige a otros llamándoles "santos y fieles en Cristo Jesús" (Ef. 1:1). Tu compromiso con Dios por fe en Cristo, resulta en un cambio, no solo de tu infidelidad, sino de tu naturaleza en su totalidad.

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