jueves, 22 de octubre de 2015

Eficacia del evangelio | RPH 3833

por Cornelio Rivera


La calidad y eficacia de un producto se demuestra en sus resultados: si un aparato electrónico te dura por mucho tiempo, concluyes que es de buena calidad. Una medicina que te quita rápidamente los dolores o cura tus malestares, dices que es eficaz. Hace varios años compré un automóvil usado, el dueño dijo que no funcionaba bien y que por eso lo vendía barato. Un amigo que sabe de mecánica le hizo unos arreglos y el auto me dio un servicio del cual no puedo quejarme. Lo usé por cinco años y recorrí ciento cincuenta mil kilómetros, indudablemente el vehículo era eficiente y de buena calidad. 

¿Por qué se quejaba el dueño anterior? Mi amigo mecánico dijo que, evidentemente, al auto jamás le habían cambiado el aceite. Durante el tiempo que lo tuve, estuve pendiente de cambiárselo con frecuencia, dándole el mantenimiento necesario; el auto demostró su buena calidad. Así es con todo producto, para que sea eficaz, cada cosa debe usarse según su diseño y de acuerdo a las instrucciones. 

En lo espiritual, la eficacia del Evangelio ha sido comprobada por dos mil años. En su forma bíblica, el Evangelio ha estado presente en los países hispanos desde hace dos siglos; los resultados en muchas vidas han sido visibles e innegables. Pero recientemente lo que pasa por Evangelio ha adquirido popularidad. Muchos, de todo nivel socio económico, declaran ser evangélicos. Hay grandes campañas, reuniones y numerosas congregaciones, pero los resultados están ausentes. Las vidas no son diferentes, hace falta verdadera entrega a Dios, moralidad, honestidad, amor, responsabilidad familiar, rectitud. 

¿Ha perdido el Evangelio su eficacia? ¡Imposible! Entonces, ¿qué ha sucedido? La instrucción básica para la eficacia del Evangelio la declaró Pedro al decir: “Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados” (Hch. 3:19). Pablo escribió que claramente se observaba como los creyentes del primer siglo se habían convertido para servir al Dios vivo y verdadero (1 Ts. 1:9). ¿Será que hoy las instrucciones ya no se observan y falta verdadera conversión?

[ Puedes escuchar la reflexión dando clic aquí (se abrirá una pestaña nueva) ]

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