martes, 22 de diciembre de 2015

Respondiendo o ignorando el llamado | RPH 3840

por Cornelio Rivera


El ser humano tiende a ignorar los llamados o advertencias que se le hacen, la historia ilustra cuan peligroso es eso. En agosto del año 2005, se advirtió a la población de Nueva Orleans, en los Estados Unidos, que evacuara la ciudad, pues se avecinaba un huracán. Muchos respondieron, pero muchos otros no lo hicieron. La prensa criticó fuertemente al gobierno por su lentitud en responder a las necesidades de los damnificados, sin considerar la gigantesca tarea de rescate, la cual habría sido más manejable si la gente hubiese respondido al llamado de evacuación. 

Otras veces, las mismas autoridades son quienes no responden a las solicitudes de ayuda. En 1269, Níccolo y Maffeo Polo, regresaron de la China con cartas del emperador Kublai Khan solicitándole al Papa cien misioneros cristianos. Dos años después, los hermanos Polo, acompañados por Marco, de diecisiete años, emprendieron otro viaje a la China. Con ellos, el Papa Gregorio X envió: no cien, no cincuenta, no diez, no cinco misioneros, sino que envió dos frailes. Por supuesto, dos misioneros no bastaban para enseñar el mensaje cristiano en aquella extensa nación. A medio camino, temerosos de la jornada, los frailes  regresaron. El llamado de Kublai Khan, para cristianizar a la China, no tuvo resultados. Hoy, solo podemos especular si no habría sido diferente la historia de esa nación, la historia de lo conocido como cristianismo, y la historia del mundo entero, de haber sido atendido aquel llamado.

Hay otro llamado para todos nosotros, dice la Biblia que Dios nos llama de las tinieblas espirituales en que vivimos, a la luz divina y admirable (1 P. 2:9), y que Él, no porque lo merezcamos, sino por su misericordioso deseo de favorecernos, nos llama a su gloria eterna en Jesucristo (1 P. 5:10). El mismo Jesús exclama: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20). En Cristo, Dios nos llama a establecer una relación con Él. La pregunta es si tú has de responder, o si habrás de ignorar el llamado.

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martes, 1 de diciembre de 2015

No solo los niños crecen | RPH 3839

por Cornelio Rivera


Nuestros hijos crecen, pero no lo notamos tanto porque los vemos todos los días. Pero, compara una fotografía de hace unos dos años con ese hijo o hija que hoy tiene doce, ¡qué diferencia! El bebé que hace unos meses sus padres lo cargaban, ahora camina y hasta corre por sí solo. El niñito que balbuceaba intentando repetir lo que oía, ahora forma frases completas y perfectamente se comunica contigo y con los demás. El que únicamente miraba los dibujos de un libro, ahora puede leer las palabras. 

Año tras año, observamos no solo el crecimiento físico de los niños, sino también su desarrollo intelectual. Esto es tan normal y lo esperamos con tanta naturalidad, que cuando parece haber un retraso en ese desarrollo, nos preocupamos e intentamos encontrar respuestas del por qué ocurren ciertas cosas. ¿Por qué no camina?, ¿por qué no habla?, ¿por qué parece tener problemas en reconocer las letras y los números?, ¿por qué le es difícil socializarse con los de su edad? El crecimiento físico, intelectual y social es importante. Si no hay crecimiento nos preocupamos y tratamos de corregir lo que consideramos anormal.

Pero, ¿es el crecimiento solo físico, intelectual y social? La Biblia habla también de la necesidad de “Crecer en la gracia y el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo” (2 P. 3:18). Hay otra dimensión de nuestro crecimiento en la cual Dios está interesado; la espiritual. Crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo significa aumentar, incrementar, expandir, la relación que se tiene con Él. La falta de crecimiento en esta área, como en las otras, significa que algo anda mal, que hay alguna anormalidad. Tu crecimiento físico comienza a ser evidente desde el momento que naces, ese desarrollo continúa hasta llegar a una total madurez. También, tu crecimiento espiritual comienza en el momento en que Dios te da nueva vida, y naces espiritualmente en Cristo. ¿Es tu crecimiento espiritual evidente? ¿Vas en el camino normal hacia la madurez en Cristo? Si no es así, algo anda mal.

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viernes, 20 de noviembre de 2015

Venciendo la tentación | RPH 3838

por Cornelio Rivera


No hay día en que las personas no sean instigadas a hacer lo que no se debe. En casa, en la calle, en el trabajo, en la escuela, por la radio o por cualquier medio de comunicación, de alguna forma se nos invita a pensar o a hacer lo inapropiado. Desde el niño atraído a las galletas que su mamá le dijo que no tocara, hasta la mujer que coquetea con el hombre casado, o el empleado por cuyas manos pasan billetes que pueden ser fácilmente desviados al bolsillo, sin que nadie lo sepa. 

He aquí la tentación: la atracción hacia lo que pensamos nos proveerá satisfacción, pero lo cual, también sabemos que viola principios éticos y morales. La tentación en sí no es mala, al contrario, hay ocasiones cuando puede ser de beneficio. Dice la escritura que Jesucristo "fue tentado en todo… pero sin pecado" (Heb. 4:15). Esa tentación dio evidencia, para nuestro beneficio, de la completa perfección e impecabilidad de Jesucristo. En cuanto a la tentación que nosotros experimentamos, dice la Biblia: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de la vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Stg. 1:12). La pregunta es: ¿tenemos la fuerza para vencer? He aquí el beneficio de la tentación de Jesús para los hombres, pues explica la Biblia que "Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados" (Heb. 2:18). Por lo tanto, Cristo puede ayudarte a vencer cuando eres tentado. 

Pero su ayuda no es automática para todos en toda tentación. Escucha la explicación de la Biblia: “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb. 4:15). Y la conclusión a la que se nos llama es: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16). ¿Te has acercado a Jesús, confiando absolutamente en Él y en su poder para vencer la tentación?

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viernes, 13 de noviembre de 2015

Obstáculos y victoria | RPH 3837

por Cornelio Rivera


Casi en todo lo que deseamos realizar encontramos dificultad o resistencia. Por muy pequeño que sea el proyecto, habrá contratiempos, inconvenientes e impedimentos. ¡Qué difícil es la vida! Desde las relaciones personales hasta en lo económico, en cuestiones de trabajo, en la escuela, en querer hacer lo bueno, lo correcto o lo justo, en todo lo que emprendemos, algo o alguien se pone en medio y da problemas. Ahora mismo quizás tú estés por realizar algo, pero hay detalles con los que no puedes proseguir porque algo o alguien se ha plantado como una barrera imposibilitando el paso. Si esto sucede en las actividades normales de la diaria existencia, cosas que puedes ver, también ocurre en otra área de tu vida que no es tan aparente ni visible; el área espiritual. 

En el libro alegórico llamado “El Progreso del Peregrino”, los nombres describen el carácter, personalidad o naturaleza de cada personaje o lugar. Cristiano, emprende una trayectoria desde la “Ciudad de la Destrucción” hasta la “Ciudad Celestial”. En su peregrinaje atraviesa por el “Pantano de Desánimo”, resiste las insinuaciones del señor “Sabio Mundanal”, y tiene que lidiar con la insinceridad de “Hablanchín”. Otros, con nombres como Apolión, Envidia, Superstición, No-bueno, Malicia, Ateo y el Gigante de Desesperación tratan de frustrar el peregrinaje e impedir que Cristiano llegue a la Ciudad Celestial.

Teniendo que pasar por el “Valle de Humillación”, el “Valle de Sombra de Muerte”, el “Castillo de la Duda” y la “Feria de la Vanidad”, la jornada de Cristiano es de constante oposición, obstáculo y dificultad, indicando que solo los que están totalmente determinados y apropiadamente equipados, la pueden realizar exitosamente. La alegoría acentúa la realidad bíblica de la dificultosa jornada espiritual, que el ser humano confronta durante su peregrinaje sobre la tierra hasta entrar a la eternidad. ¿Qué o quién está obstaculizando tu jornada hacia Dios? Dice la Biblia: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 15:57).


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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Tradicional o indiferente | RPH 3836

por Cornelio Rivera


En el pasado, las tradiciones producían fuerte oposición y escepticismo a las nuevas ideas, invenciones o descubrimientos. Copérnico y Galileo lo experimentaron cuando propusieron que el sol, y no la tierra, era el centro del universo. Marco Polo encontró gran escepticismo a sus descripciones de la China. Algunos geógrafos pensaron que la tierra era esférica y no plana. Cristóbal Colón también confrontó oposición al intentar zarpar hacia el occidente para llegar al oriente. Más reciente aún, en 1879, cuando la lámpara incandescente fue introducida, no todos quisieron usarla. Un presidente de los Estados Unidos exclamó: "Si necesito luz, hay amplia provisión de velas en la alacena". 

En el siglo XX, la revolución tecnológica extensa y rápidamente nos inundó con tantas invenciones, que viendo beneficios jamás antes imaginados, comenzamos a aceptarlo todo de inmediato, es por eso que al salir algo nuevo, casi todos lo poseen y lo usan. En contraste, algunos, por tradiciones que enfatizan un estilo de vida sencillo, no usan electricidad, ni automóviles; se transportan en un carro tirado por un caballo y se visten como sus antepasados de hace cien o más años.

El cambio drástico de rechazar lo nuevo, a rápidamente aceptarlo todo, tiene un paralelo en lo espiritual. Cuando la predicación de la Biblia y el Evangelio llegaron al mundo hispano, hace menos de dos siglos, la tradición religiosa y cultural fuertemente rechazó lo que se consideró diferente. Hoy en día, vamos al otro extremo, ya que las nuevas generaciones ávidamente acogen el libertinaje procedente del llamado mundo industrializado de Estados Unidos y Europa. De allí provienen filosofías que no tiene lugar para Dios, con una actitud indiferente hacia todo lo considerado religioso o espiritual. Sea por tradición o por indiferencia, nuestros países están diciéndole no a Dios. Lo serio es que tal cosa garantiza una certera retribución y castigo. ¿Qué eres?, ¿tradicional o indiferente?

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jueves, 22 de octubre de 2015

Eficacia del evangelio | RPH 3833

por Cornelio Rivera


La calidad y eficacia de un producto se demuestra en sus resultados: si un aparato electrónico te dura por mucho tiempo, concluyes que es de buena calidad. Una medicina que te quita rápidamente los dolores o cura tus malestares, dices que es eficaz. Hace varios años compré un automóvil usado, el dueño dijo que no funcionaba bien y que por eso lo vendía barato. Un amigo que sabe de mecánica le hizo unos arreglos y el auto me dio un servicio del cual no puedo quejarme. Lo usé por cinco años y recorrí ciento cincuenta mil kilómetros, indudablemente el vehículo era eficiente y de buena calidad. 

¿Por qué se quejaba el dueño anterior? Mi amigo mecánico dijo que, evidentemente, al auto jamás le habían cambiado el aceite. Durante el tiempo que lo tuve, estuve pendiente de cambiárselo con frecuencia, dándole el mantenimiento necesario; el auto demostró su buena calidad. Así es con todo producto, para que sea eficaz, cada cosa debe usarse según su diseño y de acuerdo a las instrucciones. 

En lo espiritual, la eficacia del Evangelio ha sido comprobada por dos mil años. En su forma bíblica, el Evangelio ha estado presente en los países hispanos desde hace dos siglos; los resultados en muchas vidas han sido visibles e innegables. Pero recientemente lo que pasa por Evangelio ha adquirido popularidad. Muchos, de todo nivel socio económico, declaran ser evangélicos. Hay grandes campañas, reuniones y numerosas congregaciones, pero los resultados están ausentes. Las vidas no son diferentes, hace falta verdadera entrega a Dios, moralidad, honestidad, amor, responsabilidad familiar, rectitud. 

¿Ha perdido el Evangelio su eficacia? ¡Imposible! Entonces, ¿qué ha sucedido? La instrucción básica para la eficacia del Evangelio la declaró Pedro al decir: “Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados” (Hch. 3:19). Pablo escribió que claramente se observaba como los creyentes del primer siglo se habían convertido para servir al Dios vivo y verdadero (1 Ts. 1:9). ¿Será que hoy las instrucciones ya no se observan y falta verdadera conversión?

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miércoles, 14 de octubre de 2015

Cambio radical | RPH 3832

por Cornelio Rivera


Hace varias décadas, aparecieron en Estados Unidos unos vehículos que habían sufrido un cambio radical. Originalmente, su forma y función era la de un pequeño autobús con tres o cuatro filas de asientos; acomodaban unas doce o hasta quince personas. Algunos se usan todavía como minibuses de transporte colectivo en varios países hispanos, también quitándole los asientos, se usan para transportar carga. 

Pero, a alguien se le ocurrió transformar estos vehículos haciéndolos atractivos para las familias, con ciertas amenidades y comodidades de una sala. Les instalaron ventanas grandes con cortinas o persianas, forraron las paredes con madera simulada y cubrieron el piso con una alfombra gruesa. El modelo más básico tiene cuatro sillas poltronas o perezosas, que pueden girar de un lado a otro y se reclinan si quieres dormir una siesta, y en la parte trasera tienen un sofá que puede hacerse cama. Algunos tienen dos aires acondicionados, uno adelante y otro atrás. Prácticamente no tiene límites lo que puedes pedir que te instalen en una de estas naves: televisión, bar, refrigerador, estufa, mapa electrónico, etc. Estos vehículos han pasado por una verdadera transformación, la forma en que se conocen y la designación que se les da es: vehículos de conversión. La razón es que han sido convertidos de algo común a algo muy especial y notable de inmediato, especialmente al abrir la puerta y observar los cambios internos.

La Biblia también habla de conversión, una conversión con obvios y notables cambios en la vida de una persona. Tal como un vehículo continúa siendo como salió de la fábrica, a menos que lo conviertan o transformen en algo diferente, así sucede con una persona en su condición espiritual. Para que haya cambios en su vida, en lo que hace, en lo que vive, tendrá que pasar por una conversión radical interna. Cuando Jesús envió a Pablo a predicar el Evangelio le dijo: “Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hch. 26:18). ¿Has sido convertido por Dios?

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