viernes, 4 de septiembre de 2015

En el último minuto | RPH 3826

por Cornelio Rivera


¡Qué emoción cuando el gol ganador entra a la red faltando unos segundos para terminar el partido, o cuando el balón entra a la canasta al momento del pitazo que pone final al encuentro, o cuando el batazo con las bases llenas da por terminada la entrada y el juego! Es entonces cuando saltas de la silla o de la gradería y gritas con aprobación. Hay equipos que tienen la reputación de ganar juegos ¡en el último minuto! El problema es que al hacerlo varias veces, el público espera que siempre que vayan perdiendo puedan hacer lo milagroso y ganar una vez más, segundos antes del silbato, ¡en el último minuto! Pero bien sabemos que esas hazañas no ocurren todo el tiempo, y que llega el momento cuando el juego se pierde. 

Algunos viven y hacen las cosas, esperando ese último momento. El estudiante, teniendo todo un semestre, comienza su proyecto unos pocos días antes de vencerse el plazo. Muchos esperan hasta el último día para llenar formularios, hacer solicitudes o pedir extensiones. Aunque decimos: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", difícilmente aprendemos la lección, y nos acostumbramos a dejar las cosas para mañana o para más tarde, lo cual nunca llega y cuando llega ya es muy tarde, nadie puede vivir así y esperar que todo vaya a salir bien. 

El último minuto puede ser emocionante en el deporte, pero cuando las cosas importantes de tu vida están de por medio, no puedes esperar que siempre ocurra un milagro. Lo más crítico de dejar para el último momento es no arreglar cuentas con Dios, sino hasta estar en cama, cerca de la muerte. Nada es más peligroso que pensar que tal vez en ese entonces, puedas tener oportunidad para hacerlo.

La Biblia te insta a que al escuchar el llamado de Dios no endurezcas el corazón (Heb. 4:7). “He aquí el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación" (2 Co. 6:2). ¡Cuán urgente es responder al mensaje de Dios en Cristo! Si esperas hasta mañana, quizás ese mañana no llegue. No esperes hasta el último minuto, responde ahora mismo.

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miércoles, 26 de agosto de 2015

Obstáculo a la bendición | RPH 3825

por Cornelio Rivera


He transitado por muchas carreteras en los países hispanos, en algunas, apenas sientes el movimiento del auto, en otras tienes que ir muy despacio para evitar caer en lo que parece ser un cráter, y arriesgar que te trague la tierra. A ciertos lugares llegas con relativa facilidad, a otros, con muchos obstáculos. Eso me hace pensar en las muchas dificultades de hace apenas unas cuantas décadas atrás para llegar a muchos de esos lugares. 

Leyendo un libro acerca de exploradores y arqueólogos, descubridores de ruinas y antiguas civilizaciones, me doy cuenta de cuán difícil fue para aquellos pioneros penetrar densas junglas, cruzar elevadas montañas, atravesar peligrosos y caudalosos ríos, y literalmente abrir camino para llegar a sitios que hoy visitas con relativa facilidad. Llegar a esos lugares requirió quitar los muchos obstáculos que los exploradores inicialmente encontraron. 

Selvas fueron despejadas, montañas prácticamente partidas por mitad o perforadas con túneles para atravesarlas. Ríos han sido desviados o puentes construidos para lograr pasar al otro lado. Antes de que el moderno viajero pudiese beneficiarse de las maravillas de esas civilizaciones, antes de poder admirar las antiguas culturas, fue necesario remover los obstáculos del camino. Haber logrado eso en el pasado, nos ha beneficiado en el presente. 

Existe un paralelo con la situación espiritual de los hombres. Dios desea favorecernos abriendo el camino que nos lleva libremente a gozar de los tesoros de su gracia. Pero, hay un obstáculo en particular que se debe remover para que seas beneficiado con todo lo que Él tiene para ti. Jesús lo explicó diciendo: “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” (Jn. 3:12). Nuestra tendencia a la incredulidad, es una formidable barrera que nos impide gozar de las maravillas que Dios desea mostrarnos. El Apóstol Pedro lo expresó diciendo que para los que no creen, Jesucristo viene a ser una piedra de tropiezo (1 Pe. 2:8). ¿Dejarás que la incredulidad continúe siendo el obstáculo que te impide llegar a gozar de la bendición de Dios?

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viernes, 24 de julio de 2015

Necesidad que necesita respuesta | RPH 3824

por Cornelio Rivera


En un experimento se investigaba la disponibilidad de la gente para ayudar a otros, el resultado de dicho experimento fue emitido en la televisión. Para realizar la investigación, un hombre ciego, con anteojos oscuros y un bastón, fue dejado en una esquina muy transitada. El objetivo era saber cuánto tiempo tomaría hasta que alguien le ayudara a cruzar la calle. En esa ciudad grande, decenas tras decenas de personas atravesaban la calle, muchos de ellos se pararon a la par del ciego para esperar la señal del semáforo; nadie, por un espacio de varios minutos, hizo el menor intento para responder a la necesidad. Fue hasta después de un largo tiempo, que alguien se le acercó y le dijo: "ahora puede cruzar." 

Muchos de los que por allí pasaron, quizás, así son en todo, jamás ponen interés en los demás para ayudarles. Otros, seguramente estaban tan concentrados en lo que hacían o pensaban, tan apurados para llegar a donde iban, que simplemente no se percataban de la necesidad, que enfrente de ellos, demandaba atención personal inmediata. Otro experimento fue hecho con una persona impedida que no podía doblar una rodilla, a quien se le cayeron algunos papeles. Mientras él hacía toda clase de intentos para recoger los papeles, la gente pasaba, pero nadie se paraba a ayudarle. 

¿Cómo respondes a las necesidades a tu alrededor? ¿Estamos tan ocupados con lo nuestro, tan concentrados en lo personal que no tomamos ni siquiera unos segundos, para responder a las obvias necesidades enfrente de nuestros propios ojos? ¡Qué alivio cuando alguien responde a nuestras necesidades! 

En efecto, todos tenemos una necesidad espiritual urgente. Dios, pudiendo resolverla, no la elude ni vacila en contestar. Jesús dijo a un líder religioso llamado Nicodemo: “Os es necesario nacer de nuevo” (Jn. 3:7). Explica la Biblia, que todos los seres humanos, aunque vivos físicamente, estamos espiritualmente muertos delante de Dios en nuestros pecados (Ef. 2:1). Dios responde a la necesidad espiritual cuando el que cree es hecho hijo de Dios, siendo renacido por el poder de su Palabra (1 P.1:23). Los seres humanos no llenamos las expectativas de otros en sus necesidades, pero Dios sí responde a tu necesidad.

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jueves, 16 de julio de 2015

Perpetuando el error | RPH 3823

por Cornelio Rivera


¡Cuán difícil es reconocer el error o problema! No es fácil para un alcohólico decir: "Es cierto, tienes razón, tengo un problema que me daña físicamente y causa dificultades en mi hogar; ¡necesito ayuda!". Generalmente la actitud es: "No, yo sé cómo manejar esto, cuando quiera, puedo dejar de beber". Trata de convencer al drogadicto de que está arruinando su vida, y eso será como toparse con un muro. El que habitualmente llega tarde al trabajo, siempre tiene una excusa que considera razonable y le es prácticamente imposible reconocer su inhabilidad para programar su tiempo. En esto último, los hispanos usamos la excusa de que así es "nuestra cultura".

Sin reconocer nuestro error o problema, todo continúa como está, sin posibilidad de corrección. Hablando con alguien le hice ver que su forma de expresarse, generalmente agravaba las situaciones, que necesitaba pensar bien antes de reaccionar impulsivamente. Pero exhibiendo su impulsividad, sin considerar mi recomendación, reaccionó a la defensiva. Sin reconocer, aun la posibilidad de tener algún problema con su actitud, se enfadó y fue a buscar a alguien con quien quejarse. Todo continúa igual, diciendo impulsivamente lo que no debe decir cuando no debe decirlo; sin reconocer una falta, no hay corrección. El borracho sigue así, mientras no reconoce su desdichada condición, el drogadicto destruye su mente o su vida. El que continúa llegando tarde al trabajo, arriesga que lo despidan. No reconocer errores causa dificultades. 

Así también, no reconocer nuestro problema espiritual, hace perpetuar ese problema ante Dios. A Israel, Dios le dijo: Reconoce, tu maldad; contra Dios has prevaricado… y no oíste su voz… ” (Jer. 3:13). El apóstol Pablo escribe: “…No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9-11). Dios corrige nuestra situación, cuando aceptando y reconociendo nuestro error, acudimos a Él.

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miércoles, 24 de junio de 2015

La más importante decisión | RPH 3822

por Cornelio Rivera


¡Siempre hay decisiones que tomar! Algunas son poco importantes: ¿qué sabor de helado quieres: vainilla, chocolate o fresa? Otras decisiones te afectan un poco más, hay amenaza de lluvia, pero decides irte de paseo o al campo de fútbol, luego cae el aguacero y te resfrías. Entonces lamentándote, entre estornudos, comentas que no debiste haber ido, que fue una mala decisión. Lo bueno es que no es ni el fin del mundo ni el tuyo tampoco, pues te recuperas y todo pasa. 

Otras decisiones son más serias: ¿estudiarás para el examen o irás a la fiesta?, ¿aceptarás el trabajo que te ofrecen o pondrás tu propio negocio? Existen también algunas decisiones que afectan el resto de tu vida: ¿te casas o no, con fulana o sultana, con ese señor viudo o con esa señora divorciada? Hay toda clase de circunstancias en las que tendrás que decidir; con lo que decidas tendrás que vivir por el resto de tu vida. A la vez, esto involucrará a otros con quienes tu vida estará íntimamente ligada. 

Hay decisiones trascendentales que involucran la salud y que pueden ser cuestión de vida o muerte. Cuando mi esposa enfermó súbitamente, la llevé a la sala de emergencias del hospital en estado inconsciente. El especialista me dijo que era necesario operar inmediatamente, la decisión estaba prácticamente hecha, lo único que necesitaba era firmar autorizando la cirugía. Esa decisión afectó mi vida en forma positiva, pudiendo gozar de la presencia y del amor de mi esposa y de tres hijos que nacieron después de esa operación. Hay diversos niveles de importancia en las decisiones que harás en tu vida, pero la más importante es la que harás acerca de tu relación con Dios y tu destino eterno. 

Josué fue un hombre que desafió al pueblo de Israel a tomar una decisión diciéndole: "Ahora, pues, temed a Dios y servidle con integridad y en verdad… y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres… escoged hoy a quien serviréis… yo y mi casa serviremos a Dios" (Jos. 24:14-15). También tú necesitas hacer esa decisión.

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miércoles, 17 de junio de 2015

Confiando en mí mismo | RPH 3821

por Cornelio Rivera


Un niño busca la ayuda de papá o mamá con cosas difíciles, pero al ir creciendo, adquiere conocimiento y facilidad en lo que hace. Su autoconfianza aumenta, su dependencia de otros disminuye, la habilidad de valerse por sí mismo le da un sentido de seguridad. El pequeño comienza dando sus primeros pasos asido de la mano o agarrado de una mesa, una silla o de cualquier objeto para no caerse. Pronto da dos o tres pasitos sin sujetarse de nada o de nadie. Después, tambaleándose y cayéndose con frecuencia, se anima más y quiere caminar solo. 

En poco tiempo, no solo camina sino que corre, con confianza, ya no busca de quien sujetarse. Ha aprendido que para caminar, y aun correr, no tiene que valerse ni de papá, ni de mamá, ni de nadie. Cuando pones las manos en el volante por primera vez tienes temor, salir a las calles en medio del tráfico y maniobrar entre otros automóviles te pone nervioso. Pero, después de unas cuantas veces y unos cuantos sustos, desarrollas confianza y seguridad. Con el tiempo, conducir un auto te resulta de lo más fácil y natural. 

Confianza en nosotros mismos y en nuestra habilidad para las diversas cosas de la vida es algo natural y positivo, necesario y provechoso para el desarrollo normal en un mundo en el que, muchas veces, necesitamos funcionar independientemente. Aprender a funcionar en ciertas áreas te da confianza en tu propia habilidad para salir adelante. Sea lo escolar o académico, los negocios o las finanzas, la música o el teatro, la política, el trabajo vocacional o profesional, o cualquier área que hayas conquistado, te felicito por ese logro. 

Pero, hay algo en lo que ese sentido de habilidad y de confianza, espíritu de independencia y de poder hacerlo todo sin ayuda de nadie, tiene sus desventajas. Considera las palabras de Jesucristo cuando dijo: "Separados de mí nada podéis hacer" (Jn. 15:5). La esencia de hacerlo todo bien, según lo que Dios requiere, implica confianza duradera, fe y dependencia de la presencia de Dios en tu vida a través de la persona de Jesucristo.

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miércoles, 3 de junio de 2015

El padre ausente | RPH 3820

por Cornelio Rivera


¡Qué tragedia para la familia hispana! Millones de niños crecen con un padre ausente y entre los que sí le tienen en casa, pocos gozan de una relación saludable con papá. Es difícil recopilar estadísticas, pero lo que sucede con las familias hispanas en Estados Unidos, seguramente es muy similar a la realidad en toda Hispanoamérica. En 1995, el almanaque “Information Please Almanac” publicó que entre las familias hispanas de los Estados Unidos, una tercera parte sufre la ausencia del padre. 

Esto incide en lo social, educacional y económico, con el padre ausente, la madre es la única fuente de manutención para los niños. Ella, a menudo debe recurrir a la asistencia social, poner a los niños al cuidado de otros y luchar contra limitaciones que impiden, muchas veces, los beneficios de una sólida preparación escolar. Además, los niños son privados del amor, la instrucción, el ejemplo y la posibilidad de la influencia positiva del padre. ¿Y qué dice el refrán?: "de tal palo, tal astilla." El niño que crece sin su padre, posiblemente será también un padre ausente, así el ciclo continúa, perpetuándose en la desintegrada familia hispana. 

Muchos de nuestros problemas sociales se deben a la ausencia del padre del hogar. Aun estando presentes, muchos padres no ejercen una influencia adecuada sobre sus hijos. Muchos niños, en vez de respetar a papá, le tienen miedo; inseguridad en vez de confianza; en vez de experimentar amor, reciben reprensión y hasta desprecio. El desenvolvimiento erróneo tanto del padre ausente o desconocido, como el que está presente, son una tragedia con un efecto negativo en la vida de los hijos y del hogar. 

Si el padre ausente o indiferente produce múltiples problemas sociales, los problemas espirituales se deben a la ausencia del Padre, esto es, a la falta de la presencia de Dios, el Padre celestial. No que Él nos abandone, más bien que nosotros le rechazamos e impedimos Su presencia. Dios Padre quiere estar presente en tu vida, con relación a esto Jesús dijo: "El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él" (Jn. 14:23).

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