por Cornelio Rivera
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Es difícil ser optimista acerca del futuro, el periódico y las noticias confirman que el mundo está enfermo, los intentos para su recuperación son como dar aspirina al que sufre de cáncer. Pero también el mundo es como el paciente que, aunque grave, rehúsa las medicinas. Según “The Herald”, en su publicación del 6 de diciembre de 1994, había unos 22 millones de infectados con el virus del sida. Apenas en diez años había casi el doble, con más de 39 millones. Sin haber un tratamiento eficaz, se nos advierte que la mejor medicina para evitar la transmisión es no tener relaciones sexuales promiscuas y evitar el intercambio de jeringas con personas infectadas. En la mayoría de los casos la transmisión puede evitarse, por eso pensaríamos que la gente atendería las instrucciones, pero el sexo ilícito y la adicción a las drogas persisten. El paciente prefiere satisfacción temporal, en vez de escuchar al médico.
¿Qué de los gobiernos?, ¿podrá haber optimismo a nivel nacional o internacional? Las guerras, la pobreza y la escasez no disminuyen, sino que aumentan. La Organización de las Naciones Unidas informó que muchos países pobres, gastan más en armas que en educación y salud, y que en muchas naciones, la probabilidad de morir por desnutrición y enfermedades prevenibles, es treinta y tres veces superior a la de morir en una guerra externa. El futuro, para la mayoría, no presenta esperanzas animadoras.
Jesucristo anunció guerras, pestes, hambres, terremotos, falsos profetas y engaños (Mt. 24:7-11). También se anuncian: “Tiempos peligrosos… hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos… crueles… traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Ti. 3:1-4). La degeneración humana causa las dificultades personales, comunales, laborales, nacionales y mundiales. Sin embargo, el Apóstol Pedro escribió: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 P. 3:13). Al decir “nosotros”, Pedro no incluye a todo el mundo, sino a quienes él escribió. De ellos dice, que han “Alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra” (2 P. 1:1). Justificación en Cristo por la fe en Él, es lo único que puede darte optimismo acerca del futuro. ¿Calificas para ser optimista?
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