por Cornelio Rivera
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Alistándome para viajar, una señora quiso que le llevara un regalo a su nieto al lugar donde me dirigía. Yo viajaba al siguiente día y acordó llevarme el paquete al aeropuerto a determinada hora. Al día siguiente, ya con mi boleto de embarque, me puse a esperar. Los minutos pasaban y ella no aparecía, habiendo tomado ese vuelo varias veces y sabiendo que nunca salía a la hora exacta, resolví esperar un poco más. La hora se aproximaba y ella no llegaba, entonces decidí irme al avión. El aeropuerto era grande y la caminata para llegar al puesto de seguridad llevaba varios minutos, cuando llegué allí había una larga fila, mi reloj continuaba su tictac; yo comenzaba a preocuparme. Pasando el puesto de seguridad comencé a correr por aquellos largos pasillos. Con pulso acelerado y respiración semiahogada llegué a la puerta, entré a la rampa y una señorita que estaba allí me dijo: "¿es ese su vuelo? Lo siento, la puerta se cerró y el avión está moviéndose hacia la pista".
¿Te han dejado plantado alguna vez? ¿Has hecho esperar a alguien? Los latinoamericanos tenemos fama de nunca estar a tiempo. Tenemos varios relojes, en la muñeca, al lado de la cama y en la pared. No es falta de información acerca de la hora, es falta de atención a la hora. Esto nos causa problemas, mayormente al tener que ajustarnos a otra cultura, mejor acostumbrada a ponerle atención al reloj y al calendario.
Dios opera de acuerdo con un programa que Él mismo ha diseñado. La Biblia nos recuerda que: "Todo tiene su tiempo, y todo… debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir…” (Ec. 3:1-2). No pienses que el Señor nos ha dejado plantados, o que se le ha olvidado, o que está teniendo dificultades con su horario. Él opera a tiempo y en forma exacta, su justicia perdurable vendrá en el tiempo señalado. “Dios no retarda su promesa…” (2 P. 3:9) y nos hace un urgente llamado diciendo: “Prepárate… al encuentro de tu Dios” (Am. 4:12). Cuando sea la hora, Dios no se tardará, ni tú podrás tardarte. ¿Estás preparado?
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